viernes, 28 de mayo de 2010

VEINTE EUROS, SEGUNDA PARTE

Cuando volvíamos para casa, una de las gatas que viven de la caridad de los vecinos de aquella urbanización, y que tienen una mala uva de dos mil diablos, se lanzó sobre Currillo haciéndole jirones su carita y dañándole los ojos. El pobrecito lloraba y se refugiaba en mí, pero la maldita felina no cesaba de su ataque. Yo intentando defenderlo para que dejara a mi perro, me arañó en los gemelos… ¡Vaya fiera corrupia!
Con más o menos trabajo pude abrir la cancela, pero un tanto nervioso tropecé y caí de bruces sobre el cemento sufriendo una lesión en una mano.
Después de deshacernos de aquel ataque, ya dentro del salón, Currillo seguía llorando desconsoladamente. Eché mano a un remedio casero que yo sé de antiguo y se fue calmando el “pobre”…….. Después me puse a pensar casi riéndome de mí mismo. Hay que ver lo que es la vida! Después de haber luchado con tanto toro en mi juventud, que una gata me haya ganado la partida.
¡Y es que las féminas cuando menos lo pienses te suelen sorprender!

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rafael

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Rafael 1957