30 DE JUNIO.
Salí como todos los día sobre la siete de la mañana camino de la playa acompañado de Currillo, con mi camiseta roja y su letrero en el pectoral de “ ESPAÑA VA A GANAR”.
Iba eufórico por el camino que ya he bautizado con el nombre de los “conejos”, cuando de repente veo que Currillo se para junto a una viaja chumbera con una mano alzada y sus negros ojillos fijos en dicha mata. Me acerco a él, y un enorme conejo, que parecía un chivo costeño, salta como una cabra montesa y corre a ocultarse entre las tupidas cañas. El perrillo lo sigue cuanto puede, pero al poco vuelve con gesto interrogante como diciendo: “¿Por dónde habrá escapado?”
--Nada, no te preocupes Currillo, sigamos nuestro camino.
Un poco más adelante veo venir un coche por el mismo camino que nosotros llevamos con sendas banderas de España asomando por sus ventanillas y agitadas por unos jóvenes que, entre jolgorio, risa y vivas a la selección, venían cantando : “Campeones, campeones, campeones….” Me aparté para dejarles paso, y cuando vieron mi camiseta con los colores españoles, detienen el coche y se vienen hacia mí con una botella de “whisky” y a la fuerza me hicieron que me tomara un gran trago de esa bebida que yo juré un día no probarla más en mi vida desde una vez que fui a torear a un pueblo de Jaén y el Sr Alcalde, un tal Visiana, nos invitó a su casa y probé aquello por primera vez, una bebida que a mí me pareció repugnante, con ese olor a chinches “espanzurrás”.
Pero en el caso presente, ¡cualquiera se negaba! Aquellos chavales totalmente dipsómanos, me metieron la botella en la boca como se le mete a un niño el biberón y no tuve más remedio que tragar… Ellos continuaron su camino con su borrachera y yo, cuando me ví libre de aquellos “locatas” y aquella bebida comenzó a hacerme efecto, yo allí junto a Currillo pensé echar las tripas por la boca. El perrillo, al verme en tan mal estado aparente, daba saltos y ladraba con todas sus fuerzas a mi alrededor provocando la alarma a dos pescadores de caña que se encontraban en el ejercicio de su afición y que, al oírme acudieron en mi auxilio, pero al llegar a mí y darles el olor a alcohol dijeron: “ anda y revienta so peazo borracho”. Allí me dejaron echando las papillas que me dieran cuando pequeño y ellos se fueron a vigilar sus cañas de pescar.
Estos fueron los resultados que a mí me produjo el triunfo de la selección española de fútbol.
viernes, 28 de mayo de 2010
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