viernes, 28 de mayo de 2010

TREINTA DE JUNIO

30 DE JUNIO.

Salí como todos los día sobre la siete de la mañana camino de la playa acompañado de Currillo, con mi camiseta roja y su letrero en el pectoral de “ ESPAÑA VA A GANAR”.
Iba eufórico por el camino que ya he bautizado con el nombre de los “conejos”, cuando de repente veo que Currillo se para junto a una viaja chumbera con una mano alzada y sus negros ojillos fijos en dicha mata. Me acerco a él, y un enorme conejo, que parecía un chivo costeño, salta como una cabra montesa y corre a ocultarse entre las tupidas cañas. El perrillo lo sigue cuanto puede, pero al poco vuelve con gesto interrogante como diciendo: “¿Por dónde habrá escapado?”
--Nada, no te preocupes Currillo, sigamos nuestro camino.

Un poco más adelante veo venir un coche por el mismo camino que nosotros llevamos con sendas banderas de España asomando por sus ventanillas y agitadas por unos jóvenes que, entre jolgorio, risa y vivas a la selección, venían cantando : “Campeones, campeones, campeones….” Me aparté para dejarles paso, y cuando vieron mi camiseta con los colores españoles, detienen el coche y se vienen hacia mí con una botella de “whisky” y a la fuerza me hicieron que me tomara un gran trago de esa bebida que yo juré un día no probarla más en mi vida desde una vez que fui a torear a un pueblo de Jaén y el Sr Alcalde, un tal Visiana, nos invitó a su casa y probé aquello por primera vez, una bebida que a mí me pareció repugnante, con ese olor a chinches “espanzurrás”.

Pero en el caso presente, ¡cualquiera se negaba! Aquellos chavales totalmente dipsómanos, me metieron la botella en la boca como se le mete a un niño el biberón y no tuve más remedio que tragar… Ellos continuaron su camino con su borrachera y yo, cuando me ví libre de aquellos “locatas” y aquella bebida comenzó a hacerme efecto, yo allí junto a Currillo pensé echar las tripas por la boca. El perrillo, al verme en tan mal estado aparente, daba saltos y ladraba con todas sus fuerzas a mi alrededor provocando la alarma a dos pescadores de caña que se encontraban en el ejercicio de su afición y que, al oírme acudieron en mi auxilio, pero al llegar a mí y darles el olor a alcohol dijeron: “ anda y revienta so peazo borracho”. Allí me dejaron echando las papillas que me dieran cuando pequeño y ellos se fueron a vigilar sus cañas de pescar.

Estos fueron los resultados que a mí me produjo el triunfo de la selección española de fútbol.

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rafael

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Rafael 1957