jueves, 13 de mayo de 2010

lLOS GITANSO SEGUNDA PARTE

Se oyen repetidos estornudos del padre de la Fratría al darle las primeras chupadas a un pitillo que, sólo él conocerá su elaboración…

Ya han vuelto los hombres de su viaje al pueblo y todos en corro han cercado la lumbre. Sus rostros tostados por el mucho sol de su errante vida, dan unos multicolores semejantes a la transformación de ciertos metales, tras el fuego.
Las campanas suenan a la oración en la apartada torre del pueblo, y no es sólo el sentido del oído el que se hace sensible, sino también el del olfato; huele a morcilla asada. Lo carrasposo de sus condimentos se palpa en la atmósfera que gira en torno al comedor, salón d estar y dormitorio de la pobre familia gitana.
Los panzudos chiquillos se contentan y alborotan esperando la hornada pringosa que, al sacarla de entre el rescoldo de las ascuas, destila un chorro de líquido rojo por su envoltura de papel de extraza que fue bañado en agua antes de su entierro bajo la lumbre.
Se reparten la escasa y sabrosa comida equitativamente, que devoran con el apetito de la carestía…

Alos postres, se oyen unos rasgueos de guitarra cascada por los golpes de sus traslados nómados, y la voz gangosa de un viejo se desgarra en un compás de seguiriyas que, una jovenzuela, arrancándose en un espontáneo alarde de su raza, acompaña con sus descalzos pinreles sobre los últimos residuos de lo que fue fogata.
Luego, todos se duermen en paz de Dios y de la noche. Sólo la luna, en lo alto, testifica los misterios de su vida y la “tranquilidad de sus negocios…”

Rafael.

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Rafael 1957