miércoles, 20 de enero de 2010

EN ESTADO DE COMA-- CAPÍTULO XIII

después de comprobar que todo había sido un falso sueño, no le cabía más que levantarse y si se encocntraba con ánimo y fuerza suficiente para coger la moto, salir a lo suyo, a vender. Pero, no. No podía. se tanteó las fuerzas, y estaba más flojo que un churro frío. Anduvo por la cocina unos momentos y vio a Dora cómo se disponía a servirle el desayuno, aunque él a penas tenía gana de echarse nada a la boca...¡Otro día perdido!Su negocio se estaba tambaleando como un borracho; se estaba viniendo abajo además de encontrarse un tanto molesto en aquella pensión. Todas las noches veía o, se imaginaba(que es peor que ver)que en aquel caserón tan grande debías ocurrir algo extraño que él no llegaba a entender y le estaban molestando sus sentidos.

Casi sin abrir la boca se desayunó aquel tazón de malta migado con un mendrugo de pan de avena, y con cieta desazón hincó los codos sobre la mesa y se puso a pensar en cosas pasadas. Veía con los ojos del recuerdo cuando llegó a aquel pueblo y emprendió su vida como vendedor ambulante, y cómo se le venían a sus manos la suerte de la venta de sus artículos que a diestra y siniestra vendía en un santiamén todo cuanto llevaba en su maleta. Mas, aquello veía como iba pasando a la historia, comprobando que su ruina comercial se acercaba cada vez más. ¡Su negocio estaba dando los últimos suspiros..!

Allí continuaba Conrado pensativo, sin saber concretamente el motivo de aquel bajón que había sufrido en su ánimo; se le viniero a su memoria varios hechos acaecidos en su pueblo natal que ya parecía que lo estab añorando.
Recordaba cuando en su pueblo se rumureó un extraño comentario que la gente no dudaba en darle crédito, pero que no dejaban de hablar borrosamente del asunto.
Aquello llegó a los oídos de don Jesús, el curas de aquel lugar, un vejete de sotana raída y deshilachada en sus flecos, pero que además de su experiencia era una persona muy inteligente,(porque sabido es que a la Iglesia sólo le interesan los listos y los dineros)ya que para los demás existen otro oficios que también hay que cubrir.

Un día cogió por una oreja a pepillo, el monaguillo de la parroquia, aquél que un día sí y otro también metía mano en el cepillo, y le dijo:--Ven pa cá so, pícaro. Me vas a hacer una favor. Búscame por donde sea una piedra no muy grande, que yo la pueda manejar bien en el púlpito.

Pepillo pensaba: ¿para qué querrá don Jesús una piedra?

Llegó el domingo y la Iglesia estaba repleta de fieles. Todas las bancas ocupadas y mucha gente de pie en los laterales de la casa de Dios.
Cuando don Jesús terminó el sermón sobre aquel viejo púlpito, dijo: --queridos hermanos ahora mismo tengo que averiguar una cosa muy desagradable que ha ocurrido en este nuestro pueblo. A Frasquito "Pollablanca" le han sustraído el cochino que tenía para la matanza de hogaño... Se oyó un leve murmullo entre las bancas de la parroquia, pero precisamente no era por nombrar el apodo de Frasquito, ya que la gente castellana sabe que una polla es una gallina, y ellos sabían de viejos comentarios cuando una gallina se presentó en el corral de el bisabuelo de Frasquito toda blanca desde las uñas a la cresta y a eso ellos no le concedían importancia, sino que la palabra sustraído no la habían escuchado nunca. El vecindario de Yuncos sabía lo que era robar, hurtar, menguar etc., pero eso que había dicho don Jesús ellos no lo entendían.
El párroco viendo el desconcierto de los los feligreses, se aclaró y dijo nuevamente:
--Quiereo decir que a Frasquito le han robado el cochino de su mismo corral.
Entonces, los asistentes a la misa respiraron profundo a la vez que se extrañaban de tamaña mala obra. Pero como el viejo cura poseía cierta habilidad y, sobre todo, apoyándose en Dios, porque eso es lo normal entre sus ministros, se le ocurrió una soberana idea y dijo forzando un tanto su deteriorada garganta: --con esta piedra que tengo en la mano, (y la hacía sonar sobre el tablero del púlpito) y la ayuda de Dios que la dirigirá al ladrón, sabremos quién es éste. Hizo un además de lanzarla sobre los fieles, y uno de ellos se cruzó el brazo subre su rostro y se agachó. Entonces dijo don Jesús con toda prudencia: ya sé quién es el que se ha llavado el cochino de Fraqsquito...¡Podéis ir en paz!

Conrado con el mal cuerpo que tenía aquel día, no sabía cómo se le venían en aquellos momentos tales recuerdos a su cabeza, pero eran cosas acaecidas en su pueblo, e igual que se le vino a su mente ésto, se le pudo venir otra cosa.
Alzó los codos de la mesa y pensó que no tenía más remedio que salir a vender contra viento y marea para agotar al menos el género que tenía almacenado. Aunque aquella zona la tenía bien pateada, buscaría nuevos horizontes para seguir con su negocio adelante hasta que Dios quisiera.
Salió, pues, al día siguiente tomando otra ruta distinta. Aunque él no estaba muy versado en los conocimientos de orientación cardinal, tomó un camino opuesto a la salida del sol. Es decir, que se puso a caminar hacia occidente.

Su motocicleta daba de vez en cuando una explosión al carburador y, por consiguiente el conocido fallo anunciaba que la dichosa perla, esa bolita que se forma entre el electrodo central y el de masa de la bujía por efectos de la mala combustión de los motores de dos tiempos, ya estaba apareciendo e iba a detener la marcha de lamoto. Antes de pensarlo dos veces dejó de funcionar y la moto se paró precisamente al entrar en un puente que vadeaba la madre vieja de un arroyo sin agua. Conrado ya estaba harto de aquella maldita avería. Metió mano a la herramienta y solucionó el problema, pero antes de montar en ella otra vez para seguir el camino, se le antojó oír el llanto de de un niño debajo de aquel viejo puente. Terció su cuerpo sobre el tretil del mismo, aguzó el oído y efectivamente allí lloraba un niño a la vez que decía: mamá tengo hambre, tengo frío. Aquellos lamentos de necesidad calaron en la conciencia del vendedor, y a trompicones bajó el terraplén hasta llegar debajo del puente donde, una débil mujer abrazaba a su hijo intentando calmarle aquella necesarias peticiones, y derramando lágrimas en silencio sin dejar de acariar a su hijo que no dejaba de clamar: -mamá tengo hambre y frío-.

La cultura de Conrdo estaba muy lejos de su instrucción, pero sus humanos sentimientos los tenías a flor de piel y su saber natural le aconsejaban y le decían: ¿Si Dios está en todas partes, por qué no está aquí presente ante esta desgracia humana? Pensó más profundamente y se imaginó que Dios, que es el padre de todos los seres de la Tierra,en esos momentos debía esta más ocupado en atender a otra extraña religión que, posiblemente estaba gestando una guerra para asesinar a los pobladores del país vecino y, como es costumbre en todos los que provocan esas catástrofes criminales lo suelen hacer en nombre de Dios...

En esos precisos momentos Conrado no podía disponer de las atenciones del Altísimo, pero su dios interior, que es la cociencia de cada ser, estaba dispuesta a la ayuda de aquel inhumano cuadro viviente. Desmontó la maleta de su moto y la ocultó bajo la broza de aquel arroyo y con grandes esfuerzos sibió el terraplén con aquellos dos hijos de Dios que en aquelos momentos se encontraban sin su ayuda.
A la mujer la acopló en el portacanastos y al niño lo puso sobre el depósito de la gasolina y arreó con ellos para la pensión del SOCORRO. Llegando le dijo al "doctor" que atendieran a aquellos hijos de Dios que, por el momento sólo eran de la desigualdad humana de este embustero mundo.
Todos los gastos que ocasionase aquella familia que los cargara a su cuenta.

Conrado volvió a buscar su maleta, la moontó en su moto,y continuó su camino buscando clientela; mas aquellos lamentos de aquel pobre niño, se le habían metido en sus sentidos y no podía caminar más. Sólo se preguntaba para sí: pero,¿Dios mío a dónde estás?

Aquel día ya tampoco pudo encontrar ningún sitio donde poder vender algo. Se volvió hacia la pensión a ver como habían sido atendidos aquellos dos desgrciados... Mañana sería tro día!

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Rafael 1957