domingo, 17 de enero de 2010

EN ESTADO DE COMA- CAPÍTULO VII

Aquella noche cenó Conrado con más apetito (quizá por el esfuerzo) aquellas croquetas de harina de maíz que había cocinado Dora un rato antes.
Cuando se dirigía para la cocina se cruzó con un picapedrero,tío serio y de mal carácter que apenas se dignó mirarle a la cara ni saludarle. Estos hombres, gente fornida y ruda sin la menor cultura cívica calaron en los buenos sentimientos del vendedor obligándole a hacerse ciertas preguntas para sí: ¿es posible que haya gente todavía que no repondan al saludo de otra persona, siendo todos de la misma condición social? ¡Qué brutos! Pero hallá cada uno con su forma de ser...

Aquella noche no se hizo presente el "doctor", y Conrado tras fumarse un cigarro se fue a dormir. Mientras cogía el sueño pensaba en las peripecias del aquel mismo día y en otras cosas de la vida. Durmió de un tirón hasta la mañana, y nada más levantarse se pusso a organizar su mercancía y reponer su maleta con nuevos géneros, por lo que no le fue posible salir aquel día a vender. Mas el infrenable reloj del tiempo fue acercando otra nueva noche, y así pudo enlazar tertulia con el ·doctor".
Como siempre,éste tomó las riendas de la comnversación anterior , interrumpida por la llegada de los picapedreros.

--Le decía ayer que, por un lado la complejidad del cerebro exigía un perfeccionamiento de los métodos científicos de observación difícil de alcanzar hasta nuestros tiempos. Y, por otro, el comportamiento tenía que ver con el alma, y el alma era de carácter espiritual...(algo de más poesía).
En el siglo XIX, una falsa ciencia llamada frenología proclamó que era factible deducir las localizaciones de las facultades mentales y las capacidades a partir de las mediddas y la forma exterior del cráneo, algo así como la manera de ser de una persona observado las líneas de sus manos. La división del cráneo en zonas, su medida y forma, permitía deducir las funciones intelectuales y la capacidad del individuo...
Es decir, ¡cosas de brujería o historietas del T.B.O.!

Cuánto me gustaría meter en mi torpe cabeza y saber diferencial las cosas de que usted habla--decía Conrado--.

--Amigo Conrado, esto no se puede aprender en cuatro noches de charla; yo empecé a estudiar desde muy joven medicina, y despues de todo lo que le he contado de la guerra y posguerra, ya por una viciosa afición, no he dejado de estudiar el cuerpo humano y, sobre todo el cerebro y sus funciones; pues algo de esto que le cuento, es sacado de los libros modernos escritos por investigadores, hombres de ciencia que, con la tecnología moderna,(así decimos cada uno en nuestra època)van descubriendo diariamente cosas que hasta hace poco tiempo eran inconogcibles...
Parecía ser que aquella noche el "doctor" no le ponía el énfasis a su charla como otras, y haciendo una pausa le dijo a Conrado: Amigo, mañana le explicaré otras cosas que segruo le asombrarán. Esta noche estoy sintiendo sueño y me voy a ir a la cama.

--También yo,-dijo Conrado-, tengo intención de salir temprano, porque me han hablado de una pequeña aldea, así como un poblado grande, donde creo puedo dar el "golpe".
--Mucho he de celebrar que así sea, amigo Conrado. ¡Ea, pues buenas noches y hasta mañana si Dios quiere que, espero sí querrá.

Un día más salió el "comercial" con su industria a lomos de su motocicleta por uno de aquellos caminos de Dios, (o más bien del diablo) y llegando a un boscoso pago de olivos, se topó con una cuadrilla de aceituneras,"disfrazadas de hombres", con patanlones largos y anchas blusas que ocultaban a algunas de las jóvenes las líneas de sus esbeltos cuerpos...

Por aquelloes entornos no existía otro trabajo para las mujeres que no fuese el de recolectar aceitunas. Le llamó la atención al vendedor aquel grupo que tan de temprano tenías sus rodillas hicadas en el frío terruño para procurarse el primer pan del día. En aquellos momentos pensó y consideró que su trabajo de vendedor era un regalo caído del Cielo comparado con el que aquellas mujeres ejercían...¡Siempre hay que echar una mirada para atrás y seguro que se vivirá más conforme con lo que Dios nos manda! También se le venía a Conrado a su cabeza esas frases estúpidas que dicen algunas gentes que, "mirar hacia atrá, ni para tomar impulso" ¡Cuánto ignorante hay en esta vida!

Se dirigió a aquel grupo de trabajadoras para ofrecerles su mercancía, pero aquellas criaturas no tenían en sus bolsillos ni un céntimo.
Conrado compadecido de la pobreza de aquellas gentes, les dijo que si querían algún artículo de los que él vendía, que se los dejaba fiado hasta que cobrasen sus estipendios.
Aquellas personas no acostumbrads a oír de boca de nadie tanta bondad, se extrañaron de aquel ofrecimiento y rehusaron a ello.

Un poco espacio de tiempo estuvo allí el "comercial" comprobando lo duro que es el trabajo del campesino sobre la madre tierra que es la que todo lo produce y que los demás sin mucho esfuerzo disfrutamos de ello.
Montó de nuevo en su vieja moto, y continuó adelante buscando aquella aldea de que le habían hablado. Sobre unos veinte minutos llevaba caminando, cuando al salir de un recoveco del camino se le hizo presente, a corta distancia, aquello que buscaba.

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Rafael 1957