sábado, 16 de enero de 2010

EN ESTADO DE COMA- CAPÍTULO V

Al llegar a la altura de una cuadrilla de aceituneros que junto a aquel camino estaban en su faena, detuvo su oto y preguntó al manijero que en esos precisos momentos estaba liando un cigarro, pero fijando la vista en el motorista. Conrado le preguntó que si quería comprar algo de lo que llevba en su maleta.
La curiosidad del campesino le llevó a preguntarle: -´¿qué cosa lleva usted en esa maleta?
-Muchos y variados artículos.
-¿Los puedo ver?
¡Cómo no!--contestó el vendedor--.
Abrió éste el "escaparate", y el campasino le echó el ojo a un relos de aquellos que fabricaban en Barcelona y que sólo duraban funcionando el tiempo de una detención preventiva,o sea, setentay dos horas más o menos.
Se interesó el rústico por el crono preguntando el precio del mismo. Conrado, haciendo uso de su habilidad comercial,(cada uno servimos para una cosa distinta) le encomió la categoría de aquella marca de relojes que,según él,eran importados de un lajano país llamado Suiza y, que aunque el valor de éste era mucho más elevado, por tratarse de la primera venta del día, se lo iba a dejar en veinticinco pesetas.
El campesino, no por ser hombre de campo era un lelo y tenía nociones del regateo; en un tira y afloja, se lo sacó en tres duros.

Tras unas palabras entre los dos hombres, continuó el vendedor su camino y no a mucha distancia le vino a su vista como especie de una cortijada, viviendas que se encontraban muy distantes de la civilización urbana, y aquello,--pensó el vendedor- debía estar virgen, y efectivamente así fue, dejando su maleta huérfana de artículos.
Todo tipo de baratijas quedaron en aquella pedanía para su memoria de un buen día de venta. ¡Aquello funcionaba! Qué pelotazo pegó el amigo Conrado aquel día! Dos más como éste y ya tendría para comprar una moto nueva ya que, aquella que poseía, un día si y otro también hacía "perla" en la bujía.

Regresó a la pensión aquel día más temprano que otros, y nada más entrar por la puerta se topó con el "doctor". Se dirigió a él para presentarle disculpas por lo que había ocurrido la noche anterior con haberse quedado dormido, a lo que "doctor" le contestó que el sueño no es una cosa voluntaria; pues cuántas veces quiere uno dormir y no puede, y otras es todo lo contrario. Esa necesidad, como otras de nuestro cuerpo, vienen implulsadas por fuerzas exteriores.

Llegó la noche con la prontitud que aparecen las luces en los trópicos, y tras haberse cenado una hermosa tortilla de espinacas y un pedazo de pan de víspera, se dirigió a la querencia del fuego de la chimenea, lugar favorito que ya se iba haciendo como una sala de tertulia.
Al poco rato llegó el "doctor" con el insepareble libro en sus manos y tomó asiento frente a Conrado que, en dicho momento estaba liando el indispensable cigarro que tan bueno resulta después de la comida.

Comenzó la tertulia entre aquellos dos hombres; el "doctor" fue llevando a su territorio la conversación que siempre era del mismo tema. La de la medicina y el crebro. Hablando de lo mismo llegó el punto de decirle a su escuchante: --Mire usted, amigo Conrado, todas nuestras sensaciones dsde el dolor al placer, son prudcto de la acción de los neurotransmisores. Las emociones, como la alegría o la tristeza, son básicamente un fenómeno biológico al igual que los pensamientos y la forma de conducta. Algunos investigadores sostienen que la falta de ciertos tipos de neurotansmisores constiuyen una de las cuasas bioquímicas de la presión... Ya le expliqué que el corazón es un potente músculo que por su función podríamos llamar "órgano--mecánico". Aunque no siente ni consiente, sí es vecino y gran aliado del crebro suministrándole la sangre oxigenada para que éste siga vivo, pero como otros órganos motores del cuerpo, recibe, en compensación, órdenes del cerebro: "se alegra, se agita o sufre" por recepciones sensoriales.

El estudio científico del cerebro fue prácticamente dudoso e imposible hasta hace pocos años. A don Santiago Ramón y Cajal se le debe mucho sobre su estudio: Por un lado la coplejidad del cerebro exiagía un perfeccionamiento científco y los instrumentos de observación muy difícil de alcanzar hasta nuestros días...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

rafael

rafael
Rafael 1957