viernes, 22 de enero de 2010

EN ESTADO DE COMA--CAPÍTULO FINAL

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++Conrado tenía un pariente en Toledo, un primo suyo y su gran amigo desde niños. Se puede decir que eran como dos hermanos que se quieren. Todos lo días iba éste al hospital por el ver el curso de su enfermedad y de lo que la misma le podían informar los médicos. Mas éstos, no sabían por aquellas lejanas fechas, el grado de coma que padecía su pariente. No podían averiguar si su estado era del primer grado o se remontaba a otro superior. Dios sobre todo--solía decir Enrique, su pariente--.

Enrique confiaba con toda esperanza que fuese reversible y que un día pudiera él hablar nuevamente con su primo...

Uno de los días que Conrrado regresaba de un pueblo de la misma provincia, de Santa Olalla, precisamente, a poca distancia de las afueras del pueblo, un malísimo conductro (de los que siempre existirán) se le vino encima de su moto atropellándole y dejánole mal herido, y aquello se tradujo en un estado de coma. Fue ingresado en un hospital de Toledo y allí permaneció sin volver en sí como espacio de mes y medio.
Los doctores sospechaban que su cerebro había sufirido un gran deterioro y su reveribilidad era una incógnita.

Enrique no faltaba ni una tarde en ir a visitarle y darle un beso en su inanimada frente...¡Dios mío cuando podré volver a ver a mi primo y hablar con él nuevamente?
Esta la era la obsesión de Enrique que, entre sollozos se lamentaba de lo ocurrido.

Se pasaban los días y las semanas, y Conrado no daba señales de volver en sí.¡Dios qué desgracia!

Un inolvidable día, Enrique entraba por la puerta del hospital y se dio de cara con uno de los médicos que ya le conocía como de familia, y éste le dijo:--Enrique, te tengo que dar una buena noticia. Tu primo ha sufrido un cambio muy favorable. Esta mañana cuando ha ido la enfermera le ha visto que movía sus miembros inferiore y parece que sus párpados se quieren abrir.

Innecesario es decir que Enrique se llevó el alegrón más grande de su vida; pues a estimación de los doctores, daba la impresión que aquella mejoría llevaba un proceso más ràpido de lo creíble.
A los pocos días,Conrado estaba ya despierto e intentaba hablar aunque con cierta dificultad. Pero a la semana siguiente, Conrado se encontraba totalmente normal.
Enrique, nervioso e impaciente solicitaba de los médicos el alta de su primo, pero éstos, responsables de todo enfermo, le decían que tenía que estar en recuperación un tiempo por ver si aquello era totalmente efectivo y no había ninguna reacíada.

De una u otra manera, Enrique no dejaba de ir todos los días a visitar a su primo y a poder charlar con él, pero en sus conversaciones le daba la impresión que Conrado lo que estaba era volviéndose loco, perdiendo el juicio totalmente. Uno de aquellos días Enrique abordó a un doctor y le dijo: Don Francisco, creo que mi primo está perdiendo el juicio.

--¿Por qué dices eso, Enrique?
--Usted no sabe las historias que me cuenta todas las tardes cuando vengo a verle.
--¿Qué historias son esas?
--Pues mire lo que dice con toda normalidad. Que ha estado en un pueblo donde le han ocurrido cosas imposibles de creer con un "doctor", un recovero, un arriero, que se encontró en una fiesta campesina y un montón de disparates que a mí, por lo menos me da la impresión que se está volviendo "majareta"
--No digas eso, Enrique. Hasta el día de hoy no se ha podido averiguar si un enfermo en estado de coma piensa, ve o sueña. Ten la seguridad que tu primo Conrado no está loco. De momento está curado y tan cuerdo como tú y yo.


EL AUTOR

RAFAEL LEÓN RAYA.

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