viernes, 13 de noviembre de 2009

VERANO EN LA RIBERA...

La noche: beso largo, conmovido y oscuro,
envuelve emocionada impacientes ardores.
Mira el puente con sus grandes ojos,
el caminar constante de las aguas viajeras
y escucha como croan persistentes las ranas.

El Arcángel saliente que sostiene las piedras,
sonríe con gesto eterno contando las estrellas.

Vuelan las palomitas encima de las aguas,
ofreciendo a los peces exquisito bocado.
Unas piernas desnudas dentro de la corriente
se siembran en el lecho para buscar el pan.

Se ha caído la luna, descuidada, en el río.
Como una flor dormida se baña indiferente,
mecida por mormullos y apagados susurros,
vistiendo de torero el salto de los peces.

Nos llegan por el aire recuerdos acuciantes.
Rebosa insinuaciones de vagas magdalenas,
trae efluvios de ropa perfumada.
Demasiado aromática se desborda en mensajes,
que no tienen respuesta fáciles de palabras.
Está denso el ambiente, pasan la voz y el humo.
Se abre la Ribera como un horno apagado.

Mocitos en camisa beben copas de vino,
alimentan el fuego con el fuego mismo,
uno canta una copla como una concia:

Las chinas del río resuenan,
cuando las pisan los burros
que van cargados de arena.

Otro dice también la suya, en un tono quedo.

Tiene un barco el molinero
que es un galgo de las aguas
pero mucho más ligero.

Aquel la tira al aire como una triste queja:

El puente tiene una puerta,
igual que tu corazón,
que se queda siempre abierta.

En las calles empedradas hay besos de cal y alba.
Blancas carnes se estremecen al florecer la mañana...
La Cruz del Rastro recoge la agonía de una guitarra

No hay comentarios:

Publicar un comentario

rafael

rafael
Rafael 1957