Con cuantos ruidos
y con cuán sosiego,
se despierta un pueblo
y se duerme luego.
Los mudos silencios,
los nobles ruidos,
todos, por mi suerte,
yo los he vivido.
Al morír la noche
y nacer el día,
cual fuese el contracte
de la vida mía,
escucho a lo lejos
loca algarabía.
al toque postrero
que da la campana,
chirrían los grillos
y croa la rana...
Y la macilenta luna
con tristes rayos de luz
y sin compasión alguna,
enturbia el campo andaluz.
Y allá por la madrugada
entre perfumes de flores,
se salen de su morada
los buenos trabajadores.
Aún ven el lucero, dudoso,
que pierde su luz brillante,
y deja en sossiego reposo
a un firmamento flamante.
Que en el oscuro horizonte
de aquellas cumbres lejanas
hacen que, al venir el día
broten festones de grana.
Ya, en el limpio amanecer
que a los ánimos anima,
(al menos al parecer)
de un progreso y no ruina,
está la esperanza mía
asomada a su balcón,
viendo penas y alegría
de este bonito rincón
que se llama Andalucía.
miércoles, 3 de febrero de 2010
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