Con mis pensamientos voy,
con mis pensamientos vengo;
nadie sabe lo que busco
y sólo Dios lo que encuentro.
Ayer-mañana, en la Iglesia,
crucé del postigo a dentro
y enmedio de su gran nave
inundada de silencio,
de luz un rayo sueve,
de colores contrahecho,
por sus ventanales altos
caía sl suelo casi recto.
Me acerqué donde moría
con paso indeciso y lento
y el espectro de su luz
me cruzó por todo el pecho
y allí, junto al corazón...
¡Qué ardor sentí de su fuego!
miércoles, 3 de febrero de 2010
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