Por una calle de mi barrio
llegué a la puerta de mi casa.
¡Qué cancela más bonita
defendía del patio, su portada!
¡Qué mezcla de olorosos perfumes
aquellos coloridos tiestos emanaban!
Me apresuré nervioso
e hice una larga llamada...
Yo sentí sus lentos pasos
cómo a mí se acercaban.
Abrió, me abrazó fuerte
y mil besos me daba...
"Cuánto has envejecido
hijo mío de mi alma".
Entonces, llorando desperté,
vi un dudoso fantasma
que se desvanecía
y se quedó en la nada.
Tan solamente es cierto
que mi mejilla se mojaba
aun estando ya despierto...
Después, nada, nada, nada.
martes, 2 de febrero de 2010
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