miércoles, 9 de junio de 2010

POR EL PASEO MARÍTIMO,PRIMERA PARTE

POR EL PASEO MARÍTIMO

Como cada día, yo iba dando mi paseo matinal con ese compás que aún me queda, cual rescoldo de mis años de juventud. Él llevaba otra marcha más en consonancia con su edad, pero llena de esa marcialidad y rectitud de su doctrinal disciplina.
Con una voz retumbante cual saliese de la oquedad de una caverna, ronca por el tabaquismo, indomable vicio de su juventud, contestó a mis ¡buenos días! y hizo un esfuerzo acelerando su paso para seguir a mi altura. Me di cuenta de su intención, y aflojé mi marcha ante sus deseos.

En la deteriorada epidermis de su brazo izquierdo, se apreciaba claramente un enorme tatuaje; era la imagen de una mujer joven que aún no había “envejecido” a la par de su “lienzo”. Todavía conservaba la negrura de sus ojos , cual poseyese una vida eternas…Aquella mujer había sido su primer amor; y, ¿cómo se olvida eso? Él había tenido el capricho de inmortalizarla en su propia carne.
Cuando le tocó estar en Marruecos y se carteaba con ella,¡qué cosas más bonita e ilusionadas se solían decir! Sobre aquel papel blanco y rayado y el rosa liso que ella le devolvía,¡Cuántas cosas de juventud se contaban…! “Él, en su carrera militar, llegaría lo menos a sargento! ¡Y casi nada era entonces un sargento del Legión!. Luego se casarían como Dios manda y llegarían a ser tan felices como los que así piensan. Pero,¡ay!, la vida no es como cada cuál nos la imaginamos, sino como después a cada uno se nos presenta…”
En su arrugado rostro de vecino de costa, brillaron al sol de la mañana dos lagrimones que rodaron lentamente hasta la comisura de sus labios.

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Rafael 1957