lunes, 26 de octubre de 2009

UN DÍA DE CACERÍA EN LA CINTILLA.

El ocubre trajo de color de oro
una gentil espléndida mañana,
con el sol de fuego que arrancó resinas
de las olorosas montaraces jaras,
que hizo bramar al encelado ciervo
e hizo gruñir al jabalí furioso,
y hizo silbar a las celosas águilas
que, por encima de los altos riscos
persiguiéndose locas revoloteaban.
Una mañana que vertió en la sierra
toda la luz que de los cielos baja,
todas las auras que la sangre enciende,
todos los ruidos que al oído regalan.

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rafael

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Rafael 1957